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jueves, 30 de agosto de 2012

NOCHE DE BRUJAS (para mis nietos Belén, Lucas y Florencia)





 








Noche de halloween, noche de brujas al aquelarre las brujas van
con sus escobas y sus sombreros frente a la luna se ven cruzar.
Todas de negro como la noche marchan las brujas al aquelarre
y cuando pasan sobre tu casa sus carcajadas hielan la sangre.

Como carteras, llevan calderos y en sus orejas como pendientes
igual que al cuello como collares ojos humanos, huesos y dientes.
Giran y giran junto al caldero que sobre el fuego ya colocaron
hacen sus pócimas y sacrifican los animales que hipnotizaron.

Gritan y cantan, danzan y beben, y va creciendo aquel aquelarre
de todas partes llegan las brujas y mientras beben siguen sus bailes.
Cubre tus ojos para no verlas cubre tu boca para no hablarles
ponte tapones en tus oídos ni se te ocurra pedir que callen

porque es probable que te hipnoticen y que te hechicen, es muy probable,
o hasta te metan en el caldero sólo pensarlo hiela la sangre.
Con sus escobas y sus sombreros ya van las brujas al aquelarre
todas de negro como la noche frente a la luna cruzan fugaces.






EPITAFIO



 


 


Aquí descansa Abril?
no, aquí descansa el traje que vistió en esta vida
la imagen material que cubrió su alma viva.
Abril ya no está acá, su alma, liberada
ya transita senderos del plano celestial.
No llores en su tumba, no traigas ni una flor
regálale un recuerdo, un verso, una canción,
más si realmente quieres llenar de luz su alma
llámala dulcemente, nómbrala con amor
y verás que las luces se encienden y se apagan
será esa la señal de que ella te escuchó.


(2007)



 (Quizá muchos me tilden de loca, pero según dicen de poeta y de loco todos tenemos 
un poco. Pues yo tengo mucho de los dos, o eso creo, pero lo cierto es que sé que
no somos este cuerpo, somos esta alma, y mi cuerpo en esta vida se llama Norma 
Esther, pero mi alma se llama Abril. ¿Por qué? No lo sé, solo sé que además de nuestro
nombre mortal, nuestra alma también tiene su propio nombre, y ése es el mío, el que he 
llevado por muchas vidas y llevaré por muchas más, hasta que logre la perfección.)  






sábado, 25 de agosto de 2012

LLUEVE






Es medianoche y llueve a torrentes
el viento lanza las gotas contra mi ventana
y yo estoy sola como de costumbre
pensando en ti, soñando que estas en mi cama.

Tanteo con mis manos a ambos lados
y encuentro solamente el lienzo helado
no está tu cuerpo, no estás tu conmigo
sufro en silencio saberte lejano.

Es medianoche y llueve a torrentes
es noche de nostalgia y yo te extraño
mas sé que un día tu estarás conmigo
el Universo ya me lo ha contado.





domingo, 19 de agosto de 2012

Ausencia






Cómo duele vivir con tu ausencia vida mía
saber que estás muy cerca y no tenerte
soñar con tus abrazos, con tu risa,
en el dolor inmenso de no verte.

Casi un año ya dura este vacío
que dejaste en mi vida, tierra yerta,
que floreciera mientras la regaste
con tu inmensa ternura de agua fresca.

Tu elegiste seguir otro camino,
ese de joven y fecunda tierra
quizá buscando recoger más frutos
que el que pudiera dar mi arcilla seca.

No te culpo ni culpo al destino
no era el momento de que floreciera
Él simplemente te puso en mi vida
para animarme con una promesa

de que algún día tu estarías conmigo
para seguir hasta el final la senda.






martes, 7 de agosto de 2012

MI HOMBRE DE CANELA





He aprendido mucho en estos últimos cinco años de mi vida, he aprendido más que en los cincuenta y tres anteriores. Que no es posible? Sí que lo es!
Uno nace y los padres se encargan de enseñarle lo básico para el día a día; crece y maestros y profesores le nutren el cerebro con ideas, certezas y teorías que pueden hacerle falta para que se maneje en el futuro; en la iglesia, si la tiene, le transmiten el temor a Dios y unos cuantos principios morales, que puede aplicar o quedarse simplemente en la prédica de los buenos ejemplos; pero para la vida, para eso no hay quien te eduque; te dan pautas, que tu puedes aplicar o no, dependiendo de tu capacidad de comprensión y de desentrañar el sentido de las innumerables reglas, leyes y principios adquiridos en tu educación; y te mandan a la guerra armado con un tenedor.
Yo nunca fui muy avispada; hice todos los deberes, si, cumplí todas las normas morales y éticas que se me inculcaron, y fui buena alumna curricular y moralmente; pero viví siempre en esa nube de pedos de la adolescencia, con perdón de la expresión. Crecí, y no me refiero solamente a mi infancia, al lado de mis padres, a su amparo. Un día se me ocurrió abandonar los estudios, y lo hice; a los veinticinco años se me antojó que era la hora de cumplir mi sueño de maternidad, conocí un hombre, me embaracé, y volví a casa de mis padres a criar a mis hijas bajo su protección. Mi maternidad fue de tiempo completo, abandoné amigas y ni que hablar de los amores, me confortaba mi poesía, únicamente, y mis sueños, sueño de romper un día esa soledad que me envolvía como una hiedra, que me absorvía la vida, y me asfixiaba como mujer, pero de la cual no hacía nada para liberarme. Un día me propusieron que dejara de trabajar por un tiempo para poder dedicarme a escribir, y nuevamente en esa inconsciencia adolescente tardía con la que me manejaba, dejé de trabajar a los cincuenta años.
El balance de mi vida hasta ese momento era que fui más o menos buena hija, y más o menos buena madre, no profesión, no amor, no hogar, no nada. No conocía otro mundo que el hogar de mis padres, ni otra vida que no fuera bajo su ala. Mis hijas crecieron y hubo momentos en que ellas fueron más mis guías que yo de ellas, como dictaría la lógica.
Un día, antes de cumplir los cincuenta y cuatro, el mismo Dios se encargó de disipar mi nube, cansado de verme inmersa en esa apatía a la que yo llamaba vida tranquila, pero que no se podría siquiera considerar vida. Y su aviso consistió en una pancreatitis que casi me llevó a su lado, o sin casi, pues yo salí de la pancreatitis completamente renovada, mucho más sabia, mucho más consciente, mucho más madura, y lo único que puede explicar ese cambio es que yo haya recibido instrucciones o quizá rezongos de Alguien que poseía el control de mi vida. Doce días estuve en una especie de coma farmacológico inducido por mi cirujano para luego poder operarme, esa es la versión médica; la mía es que yo era tan ignorante, que se necesitaron doce días de curso intensivo para darme las correspondientes instrucciones para mi vida. Desperté más atenta a las señales, con opiniones sobre temas como la vida, la muerte, etc, muy diferentes a las anteriores, y analizando cosas que antes ni siquiera se me había ocurrido analizar.
Sea como fuere, al año siguiente todo comenzó a derrumbarse. Se fue mi padre, y al siguiente lo siguió mi madre, luego de una agonía que duró dos meses, dejándome en el dolor más inmenso, y en el más absoluto desamparo en todos los sentidos: sin apoyo, sin techo, sin trabajo, sin amor, en la nada. Mis hijas estaban demasiado ocupadas con sus vidas como para hacerse cargo de la mía, y además, yo tenía que seguir mi destino tal cual se me había pautado cuando mi cuasi-muerte.
Enfin, que ahí estaba yo desesperada, en el fondo de la fosa, buscando qué hacer, cómo seguir, cuando, revisando las cosas de mi madre para donarlas, Dios me envió el primer cabito para comenzar a trepar hacia la salida. Luego hubieron muchos, cada vez que caía, pero ése fue el primero.
Sentada en la cama de mi madre, con una papelera al lado, revisaba papeles y tiraba lo que no servía. Encontré entonces un monedero viejo en el cual ella guardaba papelitos, recetas viejas, etc. Saqué todos los papeles y tiré el monedero, que ya estaba todo roto y desgastado, y seguí revisando, pero aquél monedero me llamaba desde la papelera, lo saqué, lo revisé, no tenía nada. Seguí con mi tarea, y me seguía llamando, así que lo revisé más exhaustivamente, entonces vi que en su parte posterior, tenía un corte que parecía realizado por una hoja de afeitar; ahí había un papelito que decía, textual: “ Cuando tenga que dejarte por un corto tiempo, por favor no te entristezcas ni derrames lágrimas ni te abraces a tu pena a través de los años; por el contrario empieza de nuevo con valentía y con una sonrisa por mi memoria y en mi nombre vive tu vida y haz todas las cosas igual que antes. No alimentes tu soledad con días vacíos sino llena cada hora de manera útil. Extiende tu mano para confortar y dar ánimo y en cambio yo te confortaré y te tendré cerca de mi; ¡ y nunca; nunca tengas miedo de morir porque yo estaré esperándote en el cielo! Gracias. “
Yo ya había tenido otra experiencia por el estilo cuando el ataque de pancreatitis, pero ese mensaje que estoy segura estaba ahí porque mi madre quiso que yo lo leyera, no hay otra razón para que justamente en ese rinconcito del monedero estuviera, y obviamente, porque Dios había decidido que debía de leerlo para que pudiera empezar a salir de la fosa en la que había caído. Como sea, ése fue el primer cabito que comenzó a reencaminarme en el trayecto de mi vida. Y ese camino me llevaba hacia el principio de mis días, al lugar en el que nací, y donde me embaracé: Chuy.
Tres años van a hacer que estoy en este lugar, que detesté toda mi vida a pesar de ser el de mi origen, y que Dios eligió para ubicar mi escuela de vida. Una de las enseñanzas que recibí durante mi enfermedad, fue que somos eternos, porque eterna es nuestra alma, y éso es lo que somos; este cuerpo es un traje que la viste durante esta vida mortal que es una de tantas que vivimos, y que tiene un propósito: aprender, y que hay que cumplirlo para poder partir el día que nos toque sin deudas hacia una nueva vida, que entrañará una nueva lección.
Mi primera lección fue Humildad. Yo siempre fui una engreída, siempre me sentí autosuficiente, pese a la dependencia de mis padres, que me hacía sentir respaldada antes que dependiente; tuve que aprender entonces a ser humilde y a recibir la ayuda de los demás sin sentirme culpable o humillada; aún de aquellos con los que no me había llevado bien o habíamos chocado en el pasado.
Dos años viví dependiendo de mi familia, a pesar de que inundé el mercado laboral de currículos que tenían las mejores referencias personales y laborales, no era el momento de que me independizara. El día que no tuve más ese sentimiento de culpa, conseguí trabajo. Fueron solamente unos meses, como tantas otras veces que me pasó después, es como una promesa de Dios que me dice “tranquila, ya vas a poder trabajar, ten paciencia y hace los deberes”.
Fue por ese trabajo que conocí mi hombre de canela, que también fue una promesa de que una vez cumplida la tarea, iba a tener un compañero que endulzara el trayecto hasta el fin. Todavía no era hora, así que, una vez terminado el trabajo, mala administradora como soy, volví a quedar en el punto de partida: no techo, no trabajo, no nada.
La segunda lección fue el perdón. Yo me había sentido traicionada en el pasado por una persona a la que amaba profundamente, entrañablemente, y como en mi nube no existía el perdón, simplemente la había borrado de mi vida. En mi contacto con la realidad, y al descubrir y aceptar mis errores, comprendí que la perfección humana no existe, que nadie está libre de equivocarse, y que el sentirse culpable ya es suficiente castigo, por lo que terminé con ese exilio al que la había relegado, con lo cual me saqué una gran mochila de encima de mi alma, porque a pesar de mi inconsciencia, mi sufrimiento fue igual o mayor al de ella. 
Y continuando con el tema del perdón, yo ya tenía marcada mi próxima tarea, y ella era reencontrarme con el padre de mis hijas y poner la debida atención en él, conocerlo como persona, ya que yo viví a su lado un tiempo, me casé con él, y lo descarté al primer tropiezo, sin buscar razones y sin ocuparme de sus sentimientos y prácticamente sin conocerlo en profundidad. Esta tarea implicaba dos temas: tolerancia y paciencia. Y, Dios lo sabe, y la familia de él es testigo, salvé las dos con los máximos honores. Nunca en mi vida, he sido tan humillada y maltratada como en estos últimos siete meses, y jamás salió de mi boca una protesta, ni siquiera subí el tono de mi voz. Intenté hacerlo razonar, traté de que me conociera también él, de que aprendiera a quererse y valorarse, traté de transmitirle lo que yo había aprendido sobre el respetar las elecciones de los demás y tolerar las diferencias, pero fue en vano. Sin embargo, durante estos meses recibí unas cuantas gratificaciones, avancé unas cuantas etapas en mi camino, ya que en cada momento difícil que pasaba, Dios me enviaba un aviso de que estaba ahí, que no me abandonaba, y entre esas bendiciones, estuvo el conseguir un trabajo que me apasiona, hasta que un día, el más difícil de los últimos siete meses, le pedí por favor al Padre que diera por terminada esa prueba, que yo ya no daba más. Ese mismo día fui a cobrar mi sueldo y me había venido triplicado, con premios y estímulos a mi labor, por lo que creí entender el mensaje, alquilé un apartamentito, y me vine a vivir sola.
Y poco a poco voy transcurriendo esta vida que ahora sí estoy disfrutando, tranquila, feliz de por fin vivirla en paz, aunque me asuste mucho pensar que ya no tengo quien me levante de mis tropiezos, que estoy sola, por mi exclusiva cuenta. Mientras tanto, espero el amor, ese sentimiento que apenas he vislumbrado en mi vida, pero que sé que en cualquier momento voy a conocer realmente, cuando vuelva a ver a mi hombre de canela. Si alguien lo conoce, por favor le podrían avisar que estoy esperando que vuelva para empezar mi vida?