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sábado, 13 de abril de 2013

Rimas de diciembre/2012





Te dije que te amo?

Te dije que te amo?
Te lo he dicho mil veces
quizá con la esperanza de contagiarte un poco
y lograr que me quieras.

Te dije que te amo?
que no encuentro motivo mejor para vivir
que soñar con tenerte?
Te dije que te amo?

Lo digo y lo repito y volveré a decirlo
otro millón de veces
Necesito que sepas, necesito que entiendas,
que nací para tí y para mí naciste
aunque jamás lo creas...

Te dije que te amo?
Lo sé, como mil veces.






Luna menguante

Hace ya tantos días que no puedo leerte!
que no sé cómo estás, que no sé lo que sientes...
y la luna malvada se me ha ido achicando
y siento que me esquiva, mañosa, su carita
para que yo no lea en ella lo que piensas.

Es la luna menguante que mengua mi esperanza
que mengua mi ilusión, y que mengua mi suerte.
Me siento aquí perdida, sin yo saber de tí
tan lejos de tu vida, en otro continente
y ha pasado otro día sin que pueda leerte.






Los otros

Los otros, ella y el, esos seres reales, de carne y hueso, a los cuales nos aferramos mientras dejamos volar nuestra ilusión en alas de la poesía y del amor, o viceversa.
Ella y él, más o menos resignados a tener nuestros cuerpos despojados del alma que lo habita, ya que ésta, mientras hacemos el amor vaga en busca del objeto de nuestra ilusión, de nuestro amor, en mi caso tú, y en el tuyo?
Ellos, son seres desprendidos, capaces de amar sin esperar recompensas, porque se conforman con el cariño, la amistad, y la ternura que nos despiertan, mientras en lo más profundo de sus almas generosas sueñan con que un día despertarán en nosotros ese amor que nunca sentiremos, porque nuestro destino así lo dispuso.







Penélope

Como la fiel Penélope de los versos de Homero
que por el día tejía su interminable lienzo
y que al caer la noche destejía a escondidas
escudriñando el mar, esperando a su Ulises.

Así teje y desteje, más no un lienzo, sus sueños
mientras lo espera a él, quien al igual que Ulises
en busca de aventuras que transforma en poesía
navega, más no el mar que navegaba el griego

sino en letras, palabras, ideas que expresan sueños
y que transforma en rimas. 
De vez en cuando escucha el canto de sirenas
que logran encantarlo con sus hermosas voces

y le hacen olvidar a quien paciente espera
con su amor generoso, mientras teje y desteje
su interminable lienzo de sueños e ilusiones
pues sabe que seguro retornará su Ulises.

Y allá, tras de los mares que navegara el griego
una sirena herida canta sus tristes versos
de amor, de un gran amor, esperando a su amado
aún sabiendo que nunca retornará a su vida.



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