No creo mucho en los horóscopos,
aunque a veces me sorprendan sus pronósticos pero los leo por
curiosidad, o quizá en la esperanza de que sean buenos y se cumplan.
Es una manera también de aferrarse a una ilusión. Pero si es cierto
que nuestro destino está escrito en las estrellas y en la
trayectoria de los planetas, entonces debe ser que los míos están
totalmente desalineados, en caos.
Estoy cansada, cansada de sufrir, harta
de tanto esfuerzo para mantenerme erguida, y para qué? Nadie me
necesita, ni yo, no tengo nada, nadie que me ame, ni un puerto que me
espere, y mi barca marcha sola, sin rumbo, a la deriva. Me siento tan
perdida en medio del silencio y la oscuridad, y ni un rayito de sol
en la lontananza siquiera, solo oscuridad y vacío absoluto, ni
siquiera una estrellita que me guíe por el camino de la ilusión, o
sí, pero tan tan lejana, que su luz ni siquiera me toca. No quiero
seguir así, sin rumbo, sin control sobre mi vida, sin un destino.
Ni siquiera tengo recuerdos que me
provoquen nostalgia, ni siquiera eso, porque nunca amé, ni fuí
amada, y me refiero a esta vida. Hoy esa estrellita de la cual apenas
vislumbro un pequeño resplandor, es un amor de la otra, de la
eterna, quizá “el” amor, pero está tan lejano, es tan
inalcanzable, que lo guardé en el baúl de los sueños imposibles.
Antes, cuando vivía rodeada por afecto
de mi familia, y me pesaba la soledad que nos provoca la falta de
amor, me refugiaba en mi poesía. Ella me sacaba de mis tristezas y
hacía que volara mi imaginación que también era una manera de ser
feliz aunque mas no fueran sueños. Hoy ya ni siquiera eso me basta,
quizá porque ya no vivo rodeada de afecto, estoy muy sola, y me
siento aún más, o quizá el hecho de haber percibido esa estrellita
y haberme dado cuenta de que jamás la podría alcanzar.
Sé que todavía me queda mucho por
aprender en esta vida, que todavía no es el momento de irme de ella,
pero estoy tan cansada! O será que finalmente me estoy poniendo
vieja, y que esa alma que siempre tuvo treinta años ha comenzado a
dejar que el cuerpo que la viste le marque sus arrugas.
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